mientras esperaba mi café se acercó uno de los profesores con el suyo en la mano y me dijo que ese momento, en el que revolvía y mezclaba el café, la espuma, el chocolate y la canela, era mucho más placentero que cuando lo tomaba. Con el amor pasa lo mismo, dijo, es mucho más intenso el pensamiento que lo que termina siendo. Después siguió hablando cosas de arquitectura como si nada.
6 comentarios:
qué comentario tan acertado.
♥ amiga
que grande, tu profesor filosofo.
un abrazo,
no creo. simplemente eso les pasa a los que se masturban intelectualmente y no viven... pero cómo vas a comparar un pensamiento frío y perfecto con una sublime fusión de cuerpos? qué mal que andamos...
es que a veces el amor, ese tan sublime del que hablás, desilusiona tanto que es mejor que quede intacto en el pensamiento.
por eso el arte mercadito, por eso el arte
tanta sinceridad en las palabras me deja atónita, lo juro.-
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